La actualidad política extremeña sigue sabrosa. Más, si cabe, que la semana pasada. Miguel Ángel Gallardo repite en lo más alto de las listas de éxitos musicales… Gavilán o paloma. O solo gavilán. Yo ya tenía tema para hoy cuando la sartén le salió ardiendo al susodicho. Que Gallardo está desquiciado parece evidente. Llamar cara de pijo a un adversario político es impropio de un gobernante medio normalito. Peor lo del apretón. Y peor aún lo del calentón. Que es de lo que acusa a quien ha osado disputarle el puesto en las primarias del partido. Otra evidencia de su desquiciamiento. Parece ser que algunos no le tragan. Lo cierto es que Gallardo no se ha caracterizado por hacer prisioneros (que se lo pregunten a Paco García Ramos, el que fuera alcalde socialista de Villanueva de la Serena). Así que sospecho que se la tienen jurada (que el que a hierro mata…). Y más a la vuelta del Congreso de Sevilla donde más de uno habrá visto defraudadas sus últimas esperanzas de medrar a su lado. Así que se calentaron. A ese calentón creo que se refiere Gallardo (no a ningún otro). El caso es que Miguel Ángel Morales, el otro presidente de Diputación, se ha quitado la careta con acritud. Duelo de ángeles en el paraíso socialista. Es verdad que Gallardo, hace ocho meses, ganó en la provincia de Badajoz. Tan verdad como que perdió en la de Cáceres. En esta batalla Gallardo cuenta con Badajoz y con esos a los que José Antonio Primo de Rivera llamaba “los diligentes en acercarse siempre al sol que más calienta”. Sus dádivas son su fuerza. Pero son ya muchos los que piensan, con razón, que, al estar imputado y ser incierto su futuro, pronto dejará de ser el sol que más caliente. Y se han alzado en armas. Con Morales detrás y una tal Esther Gutiérrez delante. Delante y mal. Mal está ese comunicado -anónimo, temblón y cobarde- en el que se acusa a la tal Gutiérrez de deslealtad al partido, pero peor está que Gutiérrez haya respondido atolondrada apretando el botón nuclear del feminismo sin venir a cuento. Veinticuatro horas le han bastado a Gutiérrez para demostrar que no vale mucho (ni ella, ni quien le haya redactado el comunicado). Veinticuatro horas que han puesto al PSOE patas arriba. Los pretorianos de Gallardo no han tardado en salir en defensa de su plato de sopa (incluyendo al centurión Osuna, siempre bravucón, que ha vociferado torpe y cerril). Negar el derecho a presentarse a unas primarias es de acémilas. Mientras tanto, Vara callado. Vara me recuerda a Nadal. Hay que saber retirarse a tiempo. Debe ser que las pistas de tenis y los cargos públicos generan adicciones con resultado de ceguera. Gallardo ya señaló a Vara como responsable de la última derrota socialista en Extremadura. No creo que Vara tenga, además de ceguera, mala memoria. Tampoco Sánchez habrá olvidado las declaraciones de Gallardo a El País haciéndose el gallito, cual Asterix extremeño, frente a sus pactos fiscales con los separatistas catalanes. En Extremadura el único con derecho a cacarear en Madrid ya se sabe que ha sido un tal Ibarra. De ahí para abajo, poco o nada. Gallardo convocó el congreso regional con la aspiración de pillar con el paso cambiado a los demás y ahora va a ser él al que pillen con el paso cambiado. Solo unos días antes de que los militantes voten tendrá que hacer el siempre humillante paseíllo judicial. Y los ciudadanos extremeños atónitos ante tamaña zaragata. Y Blanca Martín en el otro banquillo, por si tiene que salir en el descuento a coser el partido. La próxima semana, más.
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